A propósito del abuso sexual de menores

Dr. Rubén E. Figari

A propósito de los recientes casos “Hoyos” y “Capellán” en la provincia de Catamarca y el caso del sacerdote “Pared”, los dos primeros sospechados de haber cometido abusos sexuales en perjuicio de menores y el último de los nombrados condenado a una severa pena por abusos y corrupción de menores, hechos que en su momento merecieron cobertura y difusión abundante de los medios de prensa masivos de comunicación, como así también todos los demás casos de esta índole que cotidianamente se nos presentan ante la consideración pública despertando el más grande repudio por tan execrables conductas, no son novedosos ni pertenecen a esta época, más bien son de una existencia muy antigua, vale decir, siempre han ocurrido, sólo que ahora se mediatizan más, ya no hay tanto temor al denominado “strepitus fori” (que siempre ha rodeado estas situaciones de índole muy íntima) sino que se dan al compás de la alteración de los valores axiológicos que también rigen la época. –

No es el caso de esta nota entrar en los vericuetos legales – complejos por cierto máxime en este tipo de delitos – sino realizar una especie de etiología sobre las circunstancias de porqué y cómo abundan estas cuestiones que se han convertido en uno de los flagelos de esta compleja sociedad. Recurriendo a fuentes especializadas es factible realizar una especie de panorama respecto a esta problemática:

a) Se ha determinado que al menos uno de cada cinco niños/as es abusado sexualmente por un familiar de confianza antes de los dieciocho años. Esto incluye al que podríamos denominar incestuoso (más del 50 %). En los casos la mayoría de los abusadores (un 80 %) son amigos, vecinos o parientes, que da la circunstancia que no han desplegado conductas brutales o sádicas y que han utilizado su preeminencia o autoridad y aún seducción o encanto para ganarse la confianza del niño/a o al menos, un asentimiento pasivo.-

b) También se ha constatado que dicho abuso sexual infantil se da en todos los estratos socioculturales, no se advierte el predominio de un sector poblacional, al menos en la faz estadística. Probablemente adquieren más notoriedad pública los casos de sectores carenciados donde hay promiscuidad, por investigaciones periodísticas que se realizan; en tanto que en los sectores de media y alta clase social la situación muchas veces se encubre con mayor énfasis, justamente dadas las connotaciones de aquélla naturaleza.-

c) El agresor sexual puede ser cualquiera. No hay un estereotipo de abusador. Pueden ser profesionales, policías, maestros, porteros, etc.. Hay un denominador común que está referido a las características emocionales que producen esa desviación y que se dirige hacia un interés sexual dirigido a los niños/as y/o adolescentes. Existen diferentes motivaciones que van desde la mera gratificación sexual hasta una necesidad de acercamiento o hasta de agresión y cuando existe esta situación que se traslada en el tiempo, comienza a temprana edad, a veces en el seno familiar (padres, padrastros) va conectado con un miedo por parte de las víctimas hacia los adultos y hacia la sexualidad adulta. Existen diversas causas para que la persona se involucre con los niños/as que van desde la edad del sujeto activo, la edad del pasivo, la actividad realizada, exhibicionismos, alcoholismo, ansias de predominio, la ingesta de estupefacientes, etc..-

d) Se advierte que de acuerdo a los especialistas, la mayoría de los perpetradores mantienen una vida sexual activa. Si bien existen circunstancias en que el sujeto puede ser impotente o incapaz de mantener una relación con mujeres adultas, se advierten sentimientos conscientes de hostilidad, resentimiento y reivindicación que se trasuntan en la relación pedofílica. Se ha dicho: “el adulto elige al niño/a como objeto sexual porque, a través de él, busca evitar sentimientos de insuficiencia sexual” y el niño/a, debido a su inexperiencia e inmadurez psicofísica, no pondrá en cuestión su rendimiento. De ello deriva inevitablemente el sentimiento de poder y control del abusador sobre la víctima.-

e) Se ha comprobado que en muchos casos niños/as exhiben sus sentimientos o impulsos sexuales hacia personas con quienes están emocionalmente ligados, llámese padres, madres, cuidadores, etc., obviamente en forma inocente. Si bien esto forma parte del normal desarrollo psicosexual infantil (p. ej. entre los tres y cinco años y aún antes aparece en los menores la preocupación por los genitales) estas circunstancias son aprovechadas “torcidamente” por los abusadores que incluso, y en la mayoría de los casos, se aprovechan de las carencias afectivas de los infantes, sin mencionar que éstos a veces colaboran con el ofensor y aceptan pasivamente ese acercamiento pero debido naturalmente a otras motivaciones. Muchas veces, el niño/a es atraído por el adulto porque a cambio obtiene afecto, paseos, regalos, golosinas y hasta dinero. Desde luego que se advierten experiencias contradictorias pues hay una connotación maniqueísta entre el placer, la culpabilidad y el miedo. Por supuesto que si ha habido violencia esto es un estigma que arrastrará la víctima durante gran parte de su vida, en el hipotético caso de que pueda superarlo.-

f) Estadísticamente se ha comprobado que el abuso sexual infantil es perpetrado por miembros “confiables de la familia” pues ello involucra, como se anticipara una cuota de afecto y confianza y paralelamente son fundamentalmente perturbadoras pues se produce una tensión secreta ().-

En cuanto a las aristas que puede presentar la contracara de esta relación, es decir, el victimario, también recurriendo a fuentes especializadas se pueden hacer las siguientes afirmaciones:

a) Existe un alto índice de delincuentes reincidentes en delitos sexuales, los cuales en muchos casos se cometen en cárceles de régimen abierto, o durante permisos de salida.

b) Estos sujetos sienten atracción hacia ese tipo de conductas por el placer que deriva de ellas. Este tipo de placer está más presente de lo que se piensa, aún en personas que no delinquen, aunque sea en forma de “fantasías sexuales”; pero la gran mayoría de la gente puede distinguir el límite entre la idea y el acto; puede controlar sus más reprochables o bajos instintos o deseos.-

c) En la gran mayoría de los casos no perciben otro medio posible para obtener placer…

d) Carecen mayoritariamente de interés por la peligrosidad que resulta de sus propias conductas… se sentían asimilados a un delincuente común, autor de una lesión, hurto o amenaza simple…

e) … No son casos de inimputabilidad, sino de represión disminuída ante el impulso lascivo…

f) … Actúan de ese modo porque les gusta, les hace sentir bien…

g) … Significa una vía de escape a otras circunstancias dolorosas o no placenteras como el miedo, la vergüenza o la impotencia…

h) … Saben que al cometer el delito cruzan barreras éticas o sociales y legales pero carecen de los controles ordinarios para evitar esta transgresión…

i) Los delincuentes sexuales inician su carrera delictiva desviada a edad muy temprana…

j) No se reconocen a sí mismo como insensibles, crueles o dañinos y mantienen muchos de los estereotipos de interés pro-social y respetabilidad

k) Muchos se engañan a sí mismos y a los demás no considerándose delincuentes sexuales y puede que los demás tampoco los reconozcan como tales. Aparentemente se ven bastante normales y son incapaces de hablar abierta y honestamente de sí; no tanto porque dolosamente encubran sus acciones, sino porque están autoconvencidos de otra cosa.

l) Practican con gran facilidad el disimulo y la mentira, escondiéndose de sí mismo y de los demás.

m) Son irrealmente optimistas acerca de las posibilidades para controlarse y prevenir la reincidencia…” ().-

Todo esto brinda un panorama sumamente interesante mediante el cual se puede tener una aproximación para la comprensión de esta problemática que ya es cosa de todos los días, pero no por ello deja de merecer el más severo castigo no solamente desde el punto de vista ético sino del poder punitivo del Estado. Constantemente hemos invocado y así lo hacen la doctrina sobre el rol que le cabe a los Derechos Humanos de las víctimas y creo que nunca más propicio es hablar de la vulneración constante de los Derechos Humanos del Niño que son mansillados por conductas tan aberrantes que atentan contra la integridad sexual de éste.

(Berlingerblau Virginia “Abuso sexual infantil”, p. 195 y sgtes. en “Violencia familiar y abuso sexual” Lamberti – Sánchez – Viar (compiladores), Ed. Universidad, Buenos Aires, 2003)

Villada Jorge L. “Delitos contra la integridad sexual” citando a Garrido Genovez y Beneito Arrojo de la Universidad de Valencia, p. 29 y sgtes., Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2000.

Publicado en www.carlosparma.com.ar

www.iuspenalismo.com.ar/doctrina/doctrinapenal

 

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